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Las zonas que están protegidas crecerán 100% para 2030, cerrando en 2.400 áreas

En Colombia el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Sinap, es el encargado de articular las áreas protegidas, los actores sociales y las estrategias e instrumentos de gestión
Tomás García Urrego
17 de julio de 2024
Parque Tayrona
Parque Tayrona

Según un estudio realizado por el Instituto de Investigación de Reacursos Biológicos Alexander von Humboldt, la piedra angular de la conservación in situ más reconocida y con mayor costo-beneficio es la declaración de áreas protegidas.

En Colombia el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Sinap, es el encargado de articular las áreas protegidas, los actores sociales y las estrategias e instrumentos de gestión.

Si bien este sistema ha venido cumpliendo con su tarea, es importante evaluar cuáles serán las tendencias de crecimiento con relación a las dimensiones de la conservación, tipo de gobernanza y representatividad ecológica proyectadas a 2030.

A partir de los análisis realizados y con base en los ritmos de crecimiento, se evidenció para un futuro próximo: 1) un aumento de hasta el 100% en el número de áreas protegidas (alcanzando más de 2400 áreas), 2) un aumento de más del 40% en la extensión del sistema (alcanzando 42 millones de hectáreas), 3) un aumento de 1:9 a 1:15 en la relación entre áreas protegidas de estricta preservación/restauración versus las de uso sostenible (más de un 60% de cambio), 4) un aumento de 1:10 a 1:17 en la relación entre áreas protegidas de orden nacional versus subnacionales (regionales y locales), 5) un aumento en la gobernanza privada, pasando de dos terceras partes (2019) a tres cuartas partes, con un aumento del 14% y 6) un aumento en la representatividad de los ecosistemas menor del 12 %.

El crecimiento en el número de áreas y su extensión no parece responder al aumento requerido de la representatividad ecológica. Sin embargo, los aportes de las Corporaciones Autónomas Regionales y las reservas privadas tienen un papel importante en la representatividad y la conectividad del Sinap.

Estas áreas en su mayoría son de uso sostenible en ecosistemas estratégicos (manglares, humedales y bosques secos) y con aporte por unidad de área a la conectividad más eficiente que el de las áreas protegidas de orden nacional.

Teniendo en cuenta que las áreas protegidas continúan siendo la piedra angular de la conservación de la biodiversidad planetarias, se requiere una reorganización sistémica del Sinap, tanto en su diseño, como en su marco normativo, de tal forma que se promueva la eficiencia del sistema a través de la diversificación de las formas de gobernanza y la racionalización en la creación de áreas protegidas.

Los principios contenidos en el marco conceptual que orientará una nueva política para el Sinap 2020-2030, son un llamado para el establecimiento de metas de crecimiento en representatividad ecológica que maximicen la relación costo-beneficio entre conectividad, efectividad y equidad en la gestión.

Un contraste clave es que, por ejemplo, Ana María Osorio Flórez, coordinadora nacional de la estrategia de Sostenibilidad de la Universidad Pontificia Bolivariana, UPB, asegura que las áreas protegidas son espacios físicos, delimitados geográficamente, que cuentan con una importancia ecosistémica, debido a su ubicación, biodiversidad y albergue de especies endémicas, que son estructurales en la conservación de los recursos en el largo plazo.

Las áreas protegidas, si bien son un tema vigente en la actualidad, han sido objeto de estudio desde el siglo pasado. En Colombia la preocupación por la protección de espacios geográficos surge, según Minambiente (2021), desde 1938 en el Valle del Cauca, cuando se crearon zonas de reserva forestal para el aumento del caudal hídrico. Esta protección de tierras fue aumentando hasta el momento.

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