Equinos

El asno criollo colombiano, el animal que es un patrimonio subvalorado en Colombia

La piel del asno es altamente demandada para elaborar una gelatina conocida como ejiao, utilizada por la medicina china
05 de diciembre de 2024
Asnales y mulares - Asmulares
Asnales y mulares - Asmulares

En las trochas rurales de Colombia, donde alguna vez reinó el asno o burro (Equus africanus asinus) como compañero infaltable para la movilidad, ahora solo se escucha el ruido de las motocicletas. La modernización del transporte y la creciente tecnificación del campo amenazan la supervivencia de este animal que ha sido uno de los menos estudiados en el país.

No obstante, su cultura y uso aún perduran en la región Caribe, donde celebran el legado del fiel amigo con eventos como el Festival del Burro en San Pelayo (Córdoba), entre otros.

A pesar de su relevancia el burro ha recibido tan poca atención de la ciencia, que las investigaciones sobre su biología, fisiología o características productivas son escasas, lo que profundiza el desconocimiento sobre él.

En la Encuesta Nacional Agropecuaria de 1995 se estableció que en el país había 319.316 asnos, y 18 años después, en 2013, solo quedaban 63.000, es decir que sobrevivió solo 20%; en la actualidad se desconoce el inventario asnal.

La piel del asno es altamente demandada para elaborar una gelatina conocida como ejiao, utilizada por la medicina china tradicional para tratar enfermedades como el insomnio, el sangrado y la tos. El comercio ilícito de este producto ha resultado en la mortandad de asnos alrededor del mundo, y en Colombia ha exacerbado su crisis poblacional.

“El burro criollo colombiano es rústico, chaparro, orejón (entre 28 y 29 cm de largo cada oreja) y tiene una cinta de color gris oscuro alrededor del cuello, característica de un gen que demuestra su antigüedad. Su expectativa de vida es de 18 años”, señala el profesor Darwin Yovanny Hernández Herrera, director del Departamento de Ciencia Animal de la Universidad Nacional de Colombia.

Allí se adelantaron dos estudios que aportan al conocimiento del burro. En la más reciente se exploró la herencia materna mediante un análisis del ADN mitocondrial de 50 muestras de sangre tomadas de individuos ubicados en cinco subregiones de Sucre (Montes de María, Golfo del Morrosquillo, San Jorge, La Mojana y Sabanas), lo que hasta ahora les ha servido a los investigadores para constatar que el burro criollo colombiano se originó en África, en una región conocida como Nubia, situada entre el sur de Egipto y el norte de Sudán, donde fue domesticado hace más de 6.000 años.

La investigación, realizada por los estudiantes de Zootecnia Steven Martínez y Jhair Cerón, integrantes del grupo de investigación Recursos Zoogenéticos, es fundamental para diseñar programas de reproducción y estrategias de conservación que mantengan la diversidad genética de la especie.

Al respecto, el profesor Hernández afirma que “en América no había burros, estos llegaron con los españoles y su distribución fue muy diversa en el país, por eso estamos indagando de dónde provienen”.

El burro es fuerte

Otro estudio, realizado en 2022 en colaboración con la Universidad de Sucre, sirvió para identificar que el burro es resistente, dócil y capaz de adaptarse a condiciones extremas, entre ellas las condiciones del trópico. Para llegar a esto se emplearon datos zoométricos, es decir de las formas de los animales a través de mediciones corporales.

El profesor Hernández y los investigadores Diego Fernando Carrillo González y Donicer Eduardo Montes Vergara, de la Universidad de Sucre, realizaron la caracterización zoométrica y genética en 100 asnos criollos; evaluaron 20 machos con edad promedio de 5 años y peso estimado de 126 kg.

Con esta muestra se hicieron 28 mediciones corporales que incluyeron altura, longitud, y perímetro torácico, con las cuales establecieron que el asno criollo es un animal rústico con características ideales para labores de carga y tracción.

Estas evaluaciones también permitieron calcular índices productivos y etnológicos que destacaron su fortaleza y versatilidad para el trabajo de campo.

Los análisis genéticos hechos con muestras de sangre revelaron que el animal cuenta con una diversidad genética comparable con otras razas criollas de América Latina y mostraron variaciones significativas entre regiones, asociadas tanto con las condiciones climáticas como con el uso local. Aunque se estima que entre 1995 y 2013 su población disminuyó un 80 %, no existen inventarios recientes que permitan confirmar la cifra.

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