Las claves para implementar una granja porcina con altos estándares de bioseguridad

Dentro de los desafíos a los que se enfrenta la producción alimenticia se encuentra lograr la inocuidad o seguridad alimentaria. Para llegar a ella, se debe evaluar toda la cadena de producción, desde la crianza de los animales hasta el proceso de empaque y entrega al consumidor final. Todas estas etapas exigen incluir estándares de bioseguridad que garanticen la calidad del producto. Por ello, es clave conocer cómo tener una granja porcina orientada a buenas prácticas de bioseguridad.

¿Qué es la bioseguridad?

De acuerdo con Daniel Tobón, estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad de la Salle, es el conjunto de medidas, normas y procedimientos implementados para evitar el riesgo para la salud, proveniente de la exposición a agentes biológicos que causan enfermedad.

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Para tener una granja porcícola con los estándares de bioseguridad, según Tobón, el primer aspecto a tener en cuenta es la ubicación de la misma, ya que esto define el riesgo al que va a estar sometida. “Por ejemplo, la distancia a las granjas cercanas, si la vía de acceso es o no compartida por vehículos o personas que transitan a otras granjas, y la calidad del agua a la cual tiene acceso el predio”, añadió.

Según el experto, la granja debe de tener una cerca perimetral con puerta única de acceso controlada, que limite el paso de personas, animales y vehículos. Esta zona de ingreso a la granja debe estar compuesta por una zona sucia donde la persona que ingrese, deje todos los elementos con los que llega, pase a una zona media donde se procede a realizar un baño húmedo o seco, y luego pase a una zona limpia.

“Es importante tener presente qué tipo de producción se desea tener según los sitios relacionados con la edad de los animales, es decir, una cría, precebo, ceba o un ciclo completo. Estos deben estar separados entre sí”, destacó.

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Para el ingreso de los animales de reemplazo (hembras o machos) es clave contar con un corral de cuarentena, el cual tendrá que estar alejado de los demás galpones. “Cada galpón debe tener, al ingreso, un lugar donde se retire el exceso de suciedad de las botas y un pediluvio donde se sumerjan para realizar una desinfección de las mismas. También debe poseer mallas que impidan el ingreso de aves o roedores (vectores o transmisores de enfermedades).

Con referencia a la operatividad de la granja, los vehículos al ingreso y salida deben ser desinfectados para contribuir con la bio exclusión y bio contención. Al ingreso a la zona limpia, la persona debe de hacer uso de una indumentaria de tránsito, destinada solo para la movilización por la granja y, al ingreso a cada sitio productivo, realizar el cambio de indumentaria para disminuir el riesgo de transportar patógenos entre sitios productivos.

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“Es importante contar con un adecuado programa de limpieza y desinfección de los corrales, para lo cual, el uso de agua no contaminada, detergentes alcalinos y ácidos con su respectiva rotación y la implementación de desinfectantes, son claves”, destacó.

Con el objeto de que los agentes potencialmente causantes de enfermedad no sean diseminados, la granja debe tener independencia operativa, que indica que los operarios tendrán que estar enfocados en un solo sitio.

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“Se debe tener conocimiento del estatus sanitario de los animales como del material seminal que va a ingresar. Todos los animales deben tener una identificación individual, llevar registros en los cuales se consignen las novedades sanitarias, productivas y uso de medicamentos veterinarios y de alimentos”, concluyó Tobón.