Agro

Un nuevo impulso para la industria del algodón

Colombia fue durante décadas un importante productor y exportador de algodón; incluso, en los años 30 se le conocía a este cultivo como el “oro blanco” por las ganancias que se derivaron de esta industria.
María Alejandra Solano Vargas
25 de septiembre de 2018
Cotton bulbs sit in a field in front of a Deere & Co. CS690 cotton stripper in a field outside Rogers, Texas, U.S., on Thursday, Aug. 30, 2018. Cotton futures for December delivery fell 1% to 82.72c/lb after reaching 84.25c, the highest since August 13. Photographer: Sergio Flores/Bloomberg

Sin embargo, a partir de los años 80 la producción tuvo un fuerte descenso en el que jugaron factores como el clima, los precios y principalmente la brecha tecnológica con Estados Unidos en control de plagas, que puso a nuestros cultivos en situación de desventaja. De las casi 300.000 hectáreas que se sembraban en los 70, actualmente se siembran unas 15.000.

A pesar de la significativa reducción en el área cultivada, la industria del algodón sigue siendo un renglón importante para la economía agrícola del país. Gracias a una mayor inversión, al uso de tecnología y un mercado textil que está demandando la fibra nacional, el sector viene recuperándose y cuenta con un escenario más favorable para un nuevo despegue. Según la Confederación Colombiana de Algodón, para 2019 se espera un área de siembra superior a las 20.000 hectáreas en todo el país.

Precisamente, para que la industria algodonera recobre su competitividad la clave está en la inversión tecnología y semillas mejoradas, de alta calidad y adaptadas a condiciones locales. Las innovaciones que ofrecen compañías como BASF, líder en soluciones para la agricultura, van orientadas en dos direcciones: por un lado a producir semillas con versatilidad en el manejo de malezas como es la tecnología Glytol/Liberty Link, que le da libertad al agricultor para controlar las malezas con aplicaciones de glifosato y glufosinato de amonio. Por otro, está la tecnología Twinlink, para la protección de la planta contra los principales insectos lepidópteros que atacan el cultivo.

La primera tecnología hace parte del manejo y control integral de malezas, que como explica Luis Fernando Martínez, director de Soluciones para la Agricultura de BASF, “son un competidor del cultivo por nutrientes, luz y agua. Si no se maneja esta problemática, la planta no va a tener el desarrollo y el potencial productivo esperado de las semillas”.

La segunda tecnología está enfocada en la protección al ataque de insectos lepidópteros al cultivo del algodón; estos fueron responsables en gran medida del declive del cultivo en Colombia. La tecnología Twinlink contiene dos proteínas extraídas de microorganismos benéficos del suelo. Estas proteínas son producidas por la planta para defenderla del ataque de estas plagas sin afectar la fauna benéfica del cultivo. Este es un proceso natural y, a través de la biotecnología, se aprovecha en beneficio de la agricultura.

Uno de los beneficios principales de esta tecnología es la disminución en el uso de plaguicidas en los cultivos, optimizando recursos y beneficiando el medio ambiente. “El uso de variedades de algodón genéticamente modificados tiene un impacto importante en la disminución de: el uso de combustibles, el gasto de agua y la generación de gases de efecto invernadero. Y, además, tiene ventajas en cuanto al mejoramiento de la calidad de vida de los agricultores”, afirma Martínez.

Los esfuerzos en investigación también están guiados hacia el desarrollo de variedades para diferentes condiciones en el mundo del algodón.

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