Cultivos de superalimentos como asaí sustituyen la producción de coca en Putumayo

El consumo de superalimentos se ha vuelto cada vez más relevante en la dieta de las personas. La búsqueda de frutas y verduras con altos contenidos de antioxidantes y agentes necesarios para combatir enfermedades ha puesto al asaí en la lista de los productos que toman cada vez más protagonismo.

Sin embargo, su historia no es reciente, viene de cientos de años atrás, y aunque parece un alimento de moda, en Brasil su consumo es tan tradicional como el café que se toma en Colombia o la pizza que se come en Italia.

En el país la historia se remonta a hace más de una década cuando llegó para demostrarle a los agricultores que podía ser una oportunidad en una porción de Amazonas que comparte con Brasil y Perú.

Hoy no hay cifras oficiales sobre el consumo de la fruta exótica, pero los agricultores señalan que la producción se disparó con la demanda desde hace un poco más de tres años, cuando en la costa oeste de EE.UU. se volvió tendencia el ‘bowl de asaí’, un plato que lleva la fruta congelada y se acompaña con granola, semillas y otras frutas como banano, kiwi y fresa.

Según explicó Alejandro Álvarez, cofundador de Selvática, Bioguaviare y Selva Nevada, que se dedican al comercio de frutos amazónicos, el boom también inició con el Mundial de Fútbol Brasil 2014, cuando muchos colombianos y otros extranjeros conocieron este alimento que hace parte esencial en la dieta de los brasileños.

Desde ese momento la producción nacional comenzó y se ha venido expandiendo no solo en el Amazonas, sino también en regiones como el Putumayo, el Guaviare, el Caquetá y hasta en Tumaco, en el Chocó.

Estos territorios, por su humedad, aportan las características necesarias para las plantas que producen el asaí, o más conocido en el sureste del país como el oro negro del Amazonas.

Al momento no hay una producción relevante de la fruta. Según Álvaro Palacio, presidente de Asohofrucol, todavía falta mucho para que las utilidades de este mercado sean más significativas, sin embargo, recalcó que es una fruta que ofrece muchas oportunidades, ya que su tendencia en mercados internacionales continúa al alza y ya se ha ido posicionando al asaí colombiano, con todas las propiedades positivas que este tiene.

En concreto, las exportaciones de asaí que se realizan bajo la partida arancelaria de otros frutos y frutos secos rondan, en promedio los US$3 millones anuales, una cifra que aún es pequeña, frente a otros productos, pero que demuestra que se ha mantenido estable desde que iniciaron las exportaciones, desde hace más de una década.

En este crecimiento el protagonista es Corpocampo, una empresa que lleva alrededor de 20 años persiguiendo el sueño de producir, exportar y exaltar el valor del asaí colombiano. Edgar Montenegro, presidente de la compañía, encontró desde 2011 en el fruto de la palma de palmito, que fue su primer producto a la venta, una mina de oro, no solo por el valor que representa, sino por el significado social que tiene en las comunidades del Amazonas, Caquetá, Putumayo y Chocó.

Regiones de la periferia del país que, con el asaí, han encontrado una nueva oportunidad para los jóvenes, pues con el cultivo de la palma han logrado sustituir numerosas hectáreas de coca, que desde los años ochenta han tenido a estas regiones sumidas en la violencia y pobreza.

Corpocampo no es la única empresa que ha crecido en este nicho. Según Montenegro, los cultivos de asaí están cubriendo cada vez más el suroeste colombiano, lo que ha hecho que el consumo se vuelva más relevante.

En este mercado del oro negro amazónico también participa Selvática y Selva Nevada, dos empresas que han centrado sus operaciones en resaltar los sabores y el valor de las frutas provenientes de la selva con infusiones de diferentes sabores amazónicos que también se exportan a EE.UU. y helados que están presentes en Bogotá.

El asaí, superalimento rico en antioxidantes

La fruta que se puede servir como sorbete, bowl con frutas, helado o malteada tiene, entre muchos de sus beneficios, una gran cantidad de antioxidantes que, incluso, algunos expertos señalan son 30 veces más concentrados que los del vino tinto. Además, actúa como energizante y se ha probado que fortalece el sistema inmunológico.