La asociatividad es una estrategia para alcanzar la competitividad

Los sectores productivos tienen el enorme reto de diseñar y estructurar modelos empresariales que les permita lograr mayores niveles de productividad, competitividad y rentabilidad a menor costo y mejores integraciones entre todos los productores sin importar su tamaño.

Es por ello que, se convierte en un modelo eficiente para mejorar el acceso a nuevos mercados, lograr la formalización del trabajo y el desarrollo de capacidades empresariales. Además, es una estrategia fundamental para aumentar la competitividad en todos los eslabones de las cadenas productivas agropecuarias.

“La asociatividad es un buen negocio debido a que al aumentar la competitividad del sector impacta directamente en la consecución de poder de negociación con los diferentes grupos de interés; es decir, con los proveedores de insumos y servicios y con los clientes y/o consumidores”, explicó Jorge Alfredo Ostos, presidente ejecutivo de Porkcolombia.

En ello coincidió, Eduard Baquero, presidente de Fedecacao, quien manifestó que la asociatividad es fundamental porque a través de ella se logra que las empresas alcancen un buen nivel de competitividad y afronten los retos que exigen los mercados nacionales e internacionales.

Así mismo, Baquero señaló que, “para el caso del sector del cacao, la asociatividad representada en la Federación Nacional de Cacaoteros, entidad conformada en 1962 por los productores de cacao de Colombia, para defender sus intereses, logra mediante su representatividad y legitimidad institucional, que los cacaocultores gocen de interlocución y capacidad de gestión, así como de espacios de crecimiento y acción gremial en el país”.
Y es que además de aumentar la competitividad, la asociatividad permite aumentar la formalización productiva, comercial y empresarial y el fomento de la auto-gestión.

“Trae además ventajas para el sector agropecuario como el aumento de la representatividad y la capacidad de oficializar posiciones empresariales y políticas, aumentan el acceso a las diversas fuentes de financiación, disminuyendo el riesgo de la colocación de los recursos, facilita el acceso a la asistencia técnica de calidad ajustada a sus propias necesidades, mejora las oportunidades laborales en las regiones, fomenta la investigación y promociona un desarrollo sostenible de las producciones”, dijo Ostos.

Por su parte, Germán Palacio, gerente general de Fedepapa, señaló que, “la asociatividad es determinante, cuando los agricultores llegan a comercializar sus productos individualmente no tienen ningún poder de negociación y por eso hay hasta tres intermediarios que se aprovechan de los excedentes y las utilidades que puede tener el productor, nosotros siempre hemos asesorado a cerca de 15 asociaciones, los guiamos en producción, semillas certificadas, análisis de suelos, después los asesoramos en lavado y empacado de papa, y los llevamos a rondas de negocios para que las gente los conozca y tengan contacto con diferentes comercializadores”.

Así mismo, Palacio destacó que, “en Colombia hay 100.000 productores de papa, de los cuales 80% son de menos de una hectárea, es decir, es economía de subsistencia, entonces ellos solos no tienen capacidad de negociación”.

En ese sentido, destacó que la asociatividad permite a los productores tener un poder de negociación mayor.

Frente a ello, Rafael Hernández Lozano, gerente general Fedearroz, agregó, “en el caso del arroz, es que la gran mayoría de los productores son pequeños y medianos, entonces el pequeño tiene menos posibilidades en cuanto a la comercialización, o a los créditos y la adquisición de maquinaria. Lo recomendable es que se asocien y que haya grupos de agricultores porque pueden ganar de varias formas, es más fácil conseguir un crédito asociativo que un crédito individual, el poder de negociación de un productor pequeño es inferior al poder que puede tener una asociación, también se comparten los riesgos de la producción agropecuaria entre todos los asociados y se mejora la calidad de vida”.