Agro

Buscan aumentar producción de café en el sur del país para elevar la media nacional

En Caquetá se está trabajando para la recuperación de cultivos que en los años 90 fueron utilizados para ilícitos
Reuters
22 de mayo de 2019
Bloomberg

La cosecha de Colombia, el mayor productor mundial de arábiga lavado, se ha ubicado en alrededor de 14 millones de sacos de 60 kilos durante los últimos cuatro años, en medio de la lucha de los caficultores contra el clima extremo y los bajos precios internacionales. Pero la federación y el gobierno mantienen una meta de mediano plazo de 18 millones de sacos.

Para alcanzar el objetivo, la federación está predicando un evangelio de productividad que incluye la promoción de la renovación de cafetales, que ayudó a aumentar los rendimientos en 30% en la última década, y la fertilización como una forma crecer la cosecha sin extender el área cultivada.

El café adicional que se llegue a producir en Colombia, un país conocido por exportar codiciados granos de alta calidad, encontraría mercado porque la demanda global sigue creciendo, según los comerciantes.

Pero aún queda por ver si se puede alcanzar el objetivo en los próximos años, ya que los productores enfrentan el cambio climático y los bajos precios, que tocaron mínimos de 13 años y medio el mes pasado. Esta situación llevó a Colombia a proponer vender su café sin tener en cuenta la cotización de referencia de la Bolsa de Nueva York.

Las poco conocidas áreas cafetaleras del sur del país podrían ser clave para lograr la meta. La producción en la aislada región de selvas y montañas fue obstaculizada durante muchos años por el violento conflicto interno armado de Colombia y las dificultades de transporte.

Los campesinos en departamentos como Meta, Putumayo y Caquetá han cultivado café durante décadas, pero muchos abandonaron el grano -a veces bajo la presión de grupos armados ilegales como la guerrilla- por la hoja de coca, materia prima de la cocaína, un cultivo mucho más lucrativo.

En la década de 1990, en medio del conflicto, había unas 11.000 hectáreas de café en Caquetá, pero el auge de la coca redujo la extensión cultivada a 2.500 hectáreas. Ahora se ha recuperado a un nivel de alrededor de 4.000 hectáreas.

Aunque los grupos armados generalmente permitían que los asesores de la federación visitaran las fincas, hubo áreas donde los productores no recibieron capacitación ni ayuda por años.

Eso cambió a medida que las mejoras en la seguridad de las zonas se afianzaron y los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se desmovilizaron bajo un acuerdo de paz firmado en 2016.

Los importadores ya están buscando antiguas zonas de conflicto como Caquetá para aumentar su producción.

“Una gran cantidad de nuevo crecimiento que podría venir de Colombia se encuentra en las áreas que han sido aisladas, en las antiguas áreas de las FARC”, dijo Jacob Elster, CEO de Crop to Cup Coffee Importers.

“No es irrazonable que con las mejores prácticas agrícolas y la plantación de variedades con mayores rendimientos, casi se pueda llegar al objetivo”, afirmó Elster.

Nuevos árboles, mismos desafíos
La federación ahora cuenta con cinco asesores en Caquetá y espera que con el aporte a los agricultores de experiencia, semillas y otros suministros puedan aumentar la productividad.

Rómulo Lozano, que tiene una finca a la que se llega tras caminar 10 minutos por un angosto sendero de lodo desde la carretera principal que conduce a la ciudad de Florencia, la capital del Caquetá, espera que las nuevas técnicas puedan llevar a un aumento de su cosecha.

Removiendo la tierra con sus manos, el asesor de la federación, John James Gómez, liberó las raíces de un arbusto sembrado en una bolsa plástica y lo examinó frente a Lozano.

“¿Ves como esas raíces están enredadas? Esa ya debería haber sido sembrada”, dijo Gómez, parado junto a Lozano en una ladera boscosa.

Algunas fincas siguen siendo tan rurales que los asesores tardan más de un día en llegar, lo que hace que el transporte de suministros como fertilizante sea excesivamente costoso.

Lozano, un exmecánico de 46 años, volvió a trabajar en la finca familiar después de que su padre se enfermó. Ahora quiere replantar cientos de árboles en un área donde la roya, un hongo que daña las hojas de los cafetos, lo obligó a arrancar un cafetal hace unos años.

Él piensa que la replantación duplicaría o incluso triplicaría la producción de 250 libras de café por año.

“Siempre hemos tenido cultivos, pero no con la técnica que la federación enseña”, comentó Lozano. “Todavía estamos en espera de ver esos resultados”.

Se prevé que los volúmenes minoristas mundiales de café crezcan 8,5% entre 2019 y 2023, según Euromonitor International, que hace investigaciones de mercado.

“Hay una necesidad de que se produzca café para satisfacer la creciente demanda”, dijo Rodrigo Costa, director de operaciones de COMEXIM USA. “Un aumento en la productividad reduciría el costo de producción”.

Conseguir que los caficultores reemplacen al menos el 10% de sus árboles anualmente es vital, dijo Carlos Mario Charry, quien dirige la oficina de la federación en Caquetá.

También es necesario sembrar árboles resistentes a la enfermedad. La federación resembró 82.000 hectáreas el año pasado. El Gobierno y el Fondo Nacional del Café anunciaron más de $15.000 millones en ayuda a los productores de café para la renovación.

Los esfuerzos por aumentar la producción mediante la productividad y no una expansión de la superficie cultivada es aplaudida por los ambientalistas.

Alentar a los caficultores a reemplazar los cafetales puede salvaguardar la selva tropical a medida que la demanda crece en las próximas décadas, dijo Bambi Semroc de Conservation International.

Pero aunque los agricultores agradecen la ayuda de la federación, muchos siguen concentrados en sobrevivir a precios bajos. Obanefer González, de 57 años, que tiene 10.000 árboles en una parcela cerca de Florencia, quiere ayuda para que se reduzcan los altos costos de fertilizantes.

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