Hacia la agricultura regenerativa 4.0

En el año 2022, el Ministerio de Ambiente, en colaboración con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), identificó que la ganadería, la agricultura y el cambio de uso del suelo son las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el país. Estas actividades representan el 59% del total de las emisiones, subrayando la necesidad de centrar la atención en este sector crucial de la economía nacional.

La agricultura actual ha impactado negativamente el suelo, causando deforestación debido al uso excesivo de químicos y pesticidas que este no puede sostener. Por esta razón, es crucial que en el país se fomenten condiciones que favorezcan la adopción de prácticas agrícolas regenerativas, las cuales no solo beneficiarán a los productores, sino también mejorarán las condiciones del suelo.

Estas prácticas están centradas en la mejora de la salud del suelo, la conservación de la biodiversidad, el fortalecimiento de la resiliencia de los sistemas agrícolas, así como en la promoción de la seguridad alimentaria.

En Colombia, aún no se disponen de cifras claras que evidencien los resultados de la agricultura regenerativa en términos de rentabilidad. A pesar de que el país cuenta con importantes iniciativas en este ámbito, aún falta concretar acciones específicas. En contraste, en Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile ha realizado un estudio que revela resultados alentadores.

Según este estudio, que analizó a 17 productores que practican la agricultura regenerativa, todos los predios experimentaron un aumento en sus ingresos netos. Además, se logró una reducción promedio en los costos de producción equivalente a $372.000 chilenos (unos US$400) por hectárea.

Es crucial activar acciones concretas para abordar los desafíos que enfrenta el campo en nuestro país. Uno de los principales retos es mejorar la conectividad y facilitar el acceso a información oportuna para los agricultores. Existe un amplio margen de mejora en términos de tecnología, y es fundamental que el sector agrícola tome conciencia de ello.

Cuanta más información esté disponible sobre el entorno, más cerca estaremos de comprender qué cultivos son viables y cuáles serán sus resultados.

Así, respaldados por la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas, los Sistemas de Información Geográfica (SIG) emergen como una tecnología fundamental para el éxito de la agricultura regenerativa. Estos sistemas permiten la geolocalización precisa de cada semilla y cultivo, el desarrollo de modelos de producción planificados e informados, y la maximización del uso eficiente de la tierra. Además, facilitan la detección temprana de problemas y la toma de decisiones acertadas y oportunas, lo que ayuda a reducir los riesgos de pérdida de cosecha.

Simplifican la captura de datos en el terreno y posibilitan el monitoreo en tiempo real de las operaciones agrícolas. La tecnificación de estos procesos y la optimización de datos y resultados eliminan las barreras entre el campo y la oficina, promoviendo una agricultura más eficiente y sostenible.

Este ecosistema tecnológico integrado sienta las bases para el desarrollo de la agricultura de precisión en el país. Esta forma de agricultura implica la modernización de los procesos agrícolas mediante el uso de mapas inteligentes, lo que permite cultivar de manera sostenible al optimizar prácticas y conectar de forma más efectiva con la tierra.

En resumen, la agricultura de precisión representa un avance significativo hacia la eficiencia y la sostenibilidad en la producción agrícola.

A pesar de tener los recursos necesarios, el verdadero avance requerirá que todos comprendan cómo estas herramientas pueden mejorar la eficiencia y conducirnos hacia una agricultura sostenible y responsable en Colombia. La educación juega un papel fundamental en este proceso de transformación hacia un sector agrícola más avanzado y consciente de su impacto en el medio ambiente y la sociedad.