Casa de campo Daniella P. Rodríguez

¿Cuál es el agro que necesita Colombia?

16 de octubre de 2024
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Hace unas semanas, Ricardo Jaramillo, fundador de Expo Agrofuturo, escribía en una columna para este periódico en donde aseguraba que para seguir hablando de las oportunidades de crecimiento del campo colombiano, se necesitaba saber, a ciencia cierta, si esas oportunidades de verdad serían aprovechadas.

Citándolo, Jaramillo decía que la conversación sobre si es campesino o terrateniente, sobre entregar o no tierras, o sobre si es producción orgánica o convencional, puede estar desalineada con los temas de conversación mundial.

“Mientras en Colombia no definimos un norte claro de desarrollo agropecuario, otros países están trabajando para producir más alimentos, de mejor calidad y usando la menor cantidad de recursos naturales posibles”, decía. Y tiene razón.

La Organización Internacional de Normalización, ISO, explicaba que este tipo de agricultura ya es un tema globalizado. No se puede subestimar el potencial transformador de la agricultura inteligente para abordar los complejos desafíos que enfrenta nuestro mundo hoy.

La agricultura inteligente y la agricultura de precisión aprovechan tecnologías como drones agrícolas, robótica, sensores de IoT, GPS y sistemas de información de gestión agrícola para mejorar la eficiencia de la producción. Estas nuevas tecnologías, también conocidas como agricultura digital, son cruciales mientras el mundo hace más esfuerzos por alimentar a una población mundial en crecimiento y al mismo tiempo salvaguardar nuestros recursos naturales y ecosistemas.

Ayudan a empoderar a los agricultores para que tomen decisiones informadas, optimicen el uso de recursos y mejoren la productividad. Jaramillo también destacaba que el agro basado en información permite masificar los beneficios para cualquier tipo de productor, eliminando las barreras de acceso que hoy existen para los menos productivos.

Por ejemplo, una asistencia técnica hoy puede costar, teniendo en cuenta la logística y los honorarios, entre $500.000 a $1 millón. Con herramientas digitales, podemos reducir este costo a $20.000 o $100.000, aumentar la cantidad de asesorías que puede realizar un técnico al día, y mejorar la recurrencia para el agricultor.

Colombia, en este momento, debe apuntar a este tipo de agricultura, a un sector más rico en diversidad e innovación digital, a un escenario que dibuje posibilidades de crecimiento para más y más agricultores, y que la tecnología simplemente no se vuelva una barrera, sino una ayuda. Hay que trabajar para hacer a los emprendedores rurales más sostenibles en el tiempo.

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