Agro

Población jubilada pone en sus planes hacer inversiones en el sector agropecuario

Apenas 19,5% de la población total de Colombia fue rural
Analista LR
Juan Pablo Vega B.
24 de octubre de 2018

El campo colombiano enfrenta, como varios expertos lo han hecho notar, una fuga de mano de obra, de recursos humanos y de profesionales que quieran trabajar en este. Cada vez hay más migraciones de población rural que llega a las ciudades.

De acuerdo con datos registrados por el Banco Mundial, apenas 19,5% de la población total de Colombia en 2017 fue considerada como rural, arrojando una caída constante en los últimos años. Al tomar como referencia los últimos 17 años, la contracción de la población en el campo colombiano es de 25%.

Sin embargo, hay quienes, por el contrario, pasan de estar en la ciudad durante sus años de mayor ejercicio laboral, para disfrutar de su retiro en algún cultivo o en algún emprendimiento agroindustrial, generando inversiones y llevando conocimiento empresarial al campo.

Es el caso del contador Óscar Gutiérrez, quien ejerció esta profesión por más de 30 años y que ahora, pensionado, realiza diversos proyectos agroindustriales de baja escala pero con proyección de generar exportaciones y mayor empleo.

Hoy en día, Gutiérrez es gerente de su nueva compañía, La Quinta Golondrinas, que tiene varias líneas de acción. Primero, en La Calera, Cundinamarca, cuenta con una planta de producción de fruta deshidratada. Gutiérrez explicó que “en este momento estamos trabajando con uchuvas y con bananos, pero tenemos la perspectiva de comenzar a deshidratar naranjas, mandarinas, peras, manzanas, brevas y tomate de árbol y otros productos que estamos cultivando nosotros mismos”.

Adicionalmente, cuenta con proyectos piloto en cultivos hidropónicos y, en el municipio de Anolaima, desarrolla cultivos de café para lograr consolidar una marca regional. Este no es el único caso, pues existen diversos proyectos que son liderados por pensionados que aún quieren hacer empresa, esta vez en el campo.

LOS CONTRASTES

  • Rafael MejíaPresidente de la Bolsa Mercantil

    “los fondos de pensiones deberían pensar en invertir en actividades agrícolas, porque tenemos cultivos permanentes y de ciclo corto para aprovechar”.

  • Jorge BedoyaPresidente de la SAC

    “Personas pensionadas que han tenido desarrollos asalariados con conocimiento, pueden servir para empresarización del campo”.

Para Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), “es importante acercar a la gente de la ciudad al campo, pero las personas con experiencias manejando empresas o negocios, conocimientos que complementen la actividad rural, con innovación, mercadeo y desarrollo de nuevos productos”, para lograr que el campo se vea como una empresa.

Al revisar los datos de la Superintendencia Financiera de Colombia, solo este año han accedido a su retiro programado por vejez, a través de los fondos privados de pensiones, 43.196 ciudadanos, algunos de los cuales no han detenido su actividad empresarial y, en este caso, se dedican a satisfacer sus pasiones por el agro.

Sin embargo, otras voces como la de Rafael Mejía, presidente de la Bolsa Mercantil de Colombia (BMC), creen que “la idea del empresario que maneja su finca está mandada a recoger, o se dedica a su profesión o se dedica a la empresarización del campo”, por lo que invitó a los inversionistas que quieran tener rentabilidades en el campo, a dedicar una cantidad de tiempo importante y a hacer los esfuerzos para contribuir al desarrollo del agro.

“Podemos contribuir a que haya menos problemas de hambruna”


Óscar Gutiérrez, pensionado y gerente de La Quinta Golondrinas, explicó en qué consiste su compañía dedicada a actividades agroindustriales.

¿A qué se dedicaba antes de emprender en el agro?

Fui contador de profesión, hace más de 20 años fundé mi firma de contadores, de la cual todavía estoy a cargo y manejo algunos clientes, pero actualmente me dedico completamente a mi proyecto de café y de frutas deshidratadas.

¿Cómo llegó usted a las actividades agrícolas?

Son dos ideas. La primera es consolidar de que si hay un mejor procesamiento de los alimentos que van a la basura, en algo podemos contribuir a que haya menos problemas de hambruna, además de pensar en una nueva opción de ingresos hacia el futuro.

¿Cuándo usted plantea a una inversión, por qué llega a la deshidratación?

Yo creo que se dieron varias oportunidades. Mi vinculación con la Fundación Sanando Heridas, que tenía la actividad de patrocinar el cultivo de la uchuva en la región, tecnificando los cultivos. Yo era su revisor fiscal y desde eso comencé a comprar la uchuva nacional, que se volvía basura. Pensé que, al parecer como una uva, que se podía deshidratar, viendo la posibilidad que había en los mercados. Pero a mi modo, que fue reciclando.

¿Cómo fue el proceso?

Un congelador en desuso lo volví un deshidratador. Luego comenzamos a adquirir los productos necesarios, como el lavado, y lo demás instrumentos que hemos conseguido. El proyecto comenzó hace cerca de año y medio y ya contamos con interesados y estamos esperando la consecución de los permisos ante el Invima.

¿Qué frutas deshidrata actualmente?

En este momento estamos trabajando con uchuvas y con bananos, pero tenemos la perspectiva de comenzar a deshidratar naranjas, mandarinas, peras, manzanas, brevas y tomate de árbol y otros productos que estamos cultivando nosotros mismos.

¿Cuánto se demora la deshidratación?

De acuerdo con nuestro proceso, la uchuva tarda 26 horas y el banano 32 horas. De un kilo de uchuva en fresco que ingresamos logramos rescatar 15%. En el caso del banano es algo como 25%.

¿Cuánto vale la producción de fruta deshidratada?

Sacar un kilo de uchuva deshidratada vale $19.000 y lo estamos vendiendo en $30.000, no lo estamos proyectando más caro por los empaques, por las impresiones, los colores y esos adicionales. Falta la licencia del Invima, aunque ya se cumplen los requisitos.

¿Cuál ha sido la inversión para el desarrollo puntual de las frutas deshidratadas?

Contando las instalaciones, el invernadero costó algo cercano a $30 millones. Convertir el congelador en deshidratador costó $17 millones y la parafernalia de acero inoxidable, los muebles, y los otros elementos necesarios tuvieron un costo de $12 millones.

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