Si hubo un cultivo que fue insignia en el agro colombiano es el algodón. No solo llegó a tener un área cercana a 350.000 hectáreas en la década de 1970, sino que era el segundo en importancia de exportación, solo superado por el café.
En aquella década este cultivo dejó de ser sostenible por la baja productividad y unos altísimos costos debido a las aplicaciones que se hacían para controlar las plagas.
Estas condiciones hicieron que los cultivos se disminuyeran hasta menos de 10.000 hectáreas sembradas, y aunque se hicieron esfuerzos gubernamentales a través de un Conpes que se aprobó para el periodo entre 2005 y 2015, el sector se fue desangrando poco a poco.
“El algodón es una siembra que está en proceso de renacimiento, estamos tratando de recuperarlo como un cultivo de ciclo corto, de rotación con otras siembras como el maíz y la soya”, explicó César Pardo, presidente de Conalgodon.
La cosecha del algodón se da en dos ciclos; una que se siembra en el segundo semestre de la Costa Atlántica y los Llanos Orientales, y otra que se cultiva en el interior durante el primer semestre.
“Durante 2022, alcanzamos unas 16.000 hectáreas, después de que tuvimos un hectareaje de menos de 10.000 en 2020 y 2021, pudimos hacer una recuperación importante”, agregó.
El dirigente gremial insistió en que el algodón es un cultivo que tiene futuro en Colombia, ya que es la única siembrade ciclo corto que tiene una productividad similar o superior a los Estados Unidos.
“Nosotros en este momento estamos con una productividad de fibra por hectárea de 1.020 kilos, que es muy buena y es superior al promedio mundial. En el Plan 2025 fijamos una meta de tener 36.000 hectáreas sembradas en las dos cosechas y una producción de unas 45.000 toneladas, para lograrlo se requeriría aumentar la productividad a 12,60 kilos de fibra por hectárea”, dijo.
Para Pardo dicho objetivo es alcanzable gracias a la optimización de semillas nuevas y transgénicas, que no solo controlan las plagas, sino que aumentan la productividad.
“Hoy en día le tenemos que tener cuidado a una plaga que se llama el picudo del algodonero, pero de resto hemos resuelto los principales problemas”, explicó el dirigente gremial.
Las cifras lo demuestran. Hace diez años producir una libra de algodón costaba US$0,120 centavos, mientras que, según los datos de Conalgodon, ahora vale entre US$0,75 y US$0,80 centavos, “cosa que reduce los costos de producción y le da un margen de rentabilidad a los agricultores”, agregó.
En esa línea, él precio de una hectárea de algodón varía dependiendo la zona; en el interior hay productividades mucho más altas de hasta 1.200 kilos, mientras en el Valle del Cauca hasta de dos toneladas de fibra, que es un récord mundial, “pero los costos para esa producción pueden necesitar cerca de $8 millones, por lo que, si la tonelada está a $9 millones, hay una rentabilidad”, dijo.
A través del Fondo de Estabilización de Precios del Algodón, se diseñó un programa de compra de coberturas desde hace dos o tres años, para proteger un precio básico de la volatilidad.
Se sembró algodón en el meta
Desde el año pasado Conalgodon volvió nuevamente la zona de la altillanura como región algodonera, algo que no sucedía desde hacía 25 años. “Hoy estamos cosechando la producción de unas 500 hectáreas que se sembraron y esperamos cultivar en agosto unas 3.500 hectáreas, aunque ya hubo una inversión muy grande de una empresa que se instaló en Puerto López, Meta. Aspiramos que en 2025 podamos cumplir las metas de tener unas 8.000 hectáreas en esa área con una producción de más de 9.000 toneladas de algodón, cosa que impulsaría el cultivo y a la industria para llegar a las proyecciones que hicimos”, dijo César Pardo, presidente de la entidad gremial.
“Hay herramientas para apostarle a mecanizar el sector algodonero”
Desde hace poco más de cuatro años, Jorge Edwin Betancourt, un ingeniero agrónomo y Andrés Salgado, un profesional que provenía del área de administración y mercadeo, decidieron fundar Rice and Cotton Technologies SAS (RCT), una empresa que produce algodón, que recolecta de manera mecanizada y que lo comercia en el mercado.
¿Cómo se gestó la idea de la compañía?
Empezamos a hacer cultivos propios, nos arriesgamos en cuanto al tema de precio internacional del algodón y la volatilidad del dólar. Nos dimos cuenta que el tema agronómico y de manejo agrícola en la parte de mecanización son importantes para hacer el negocio rentable. Queríamos mostrar a los productores que existen las herramientas y el conocimiento para apostarle a la mecanización del sector algodonero.
Nosotros estamos prestando servicios de recolección en Cesar y Córdoba, con las máquinas que tenemos. En la próxima campaña queremos sembrar en el municipio de Campoalegre, Huila, vemos un potencial de producción alto, con las herramientas que tenemos estamos seguros que podemos lograr rendimientos bien amplios.
¿Son propietarios de fincas?
Nosotros no somos propietarios de fincas, alquilamos o arrendamos por campaña los terrenos. El ciclo anterior estuvimos en Cundinamarca, cerca de Girardot, ahí tuvimos 245 hectáreas, de las que sacamos una cantidad bastante representativa.
¿Hay problemas para encontrar mano de obra?
Encontrar mano de obra es supremamente complicado y las labores se incrementan entre tres y cuatro veces por encima del tema mecanizado. Nosotros podemos estar de un costo por hectárea entre $950.000 y $1.170.000 dependiendo de los rendimientos y con mano de obra fácilmente se puede duplicar y hasta triplicar y eso no permite que los costos de cultivos deje rentabilidad y prefieren no sembrar.
¿Cuál es la visión de la empresa?
Queremos transformar y darle valor agregado a la fibra de algodón. Si se encadenan todos los eslabones, el beneficio es mayor para las comunidades, ya que se genera empleo y se puede industrializar.
¿Qué otros usos le pueden dar a este cultivo?
Existe un segmento que no ha sido explorado mucho como la extracción de aceite de la semilla, que puede ser usado en la industria cosmética, pero que también tiene versatilidad para otro tipo de aceites o grasas vegetales. El algodón es una oleaginosa y permite extracción de ese subproducto, de uso industrial que se pueden usar para muchas cosas.
¿Mecanizar no desplaza a la mano de obra?
Nosotros hablamos de mecanizar, pero no es de manera inconsciente ni para desplazar la poca mano de obra que haya, sino que esas personas se usen en otro tipo de eslabones.
¿Qué retos tienen?
Queremos hacer más eficiente y abaratar costos para mover el algodón desde el campo hacia la desmatadora.
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