Agro

Retos para el trabajo de jóvenes en la transformación del sector rural, según la FAO

Plantea la posibilidad de mejorar el acceso a los conocimientos y herramientas para una agricultura más productiva
Analista LR
Sebastián Montes
15 de abril de 2020

La sostenibilidad de los sistemas alimentarios alrededor del mundo ha sido posible gracias al aprovechamiento de la innovación, la tecnología digital y las inversiones realizadas por los gobiernos y el sector privado en los últimos años. Sin embargo, aún falta un activo valioso dentro de esa ecuación, y tiene que ver con el rol de la juventud en la transformación rural.

“Necesitamos la energía y el potencial de los jóvenes para lograr la transformación rural y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, añadió el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, recordando que no lograr el hambre cero pone en riesgo el cumplimiento del resto de la agenda estipulada por la ONU.

No obstante, para que las generaciones venideras logren una solución definitiva hay que tener en cuenta el estado actual del sector rural. Según un informe de la FAO elaborado por los economistas Carolina Trivelli y Julio Berdegué, alrededor de 46% de los pobladores rurales en América Latina enfrentaban una situación de pobreza monetaria, mientras que 20,5% llegaban a escenarios de pobreza extrema.

A su vez, los expertos detallaron que las tasas de pobreza y pobreza extrema duplican y triplican, respectivamente, la incidencia de las mismas en lo urbano, de acuerdo con información recopilada en 19 países de la región. No obstante, cabe resaltar que la reducción de la pobreza rural se dio durante los años de alto crecimiento económico de la región, observados desde la evolución del PIB per cápita (ver gráfico).

Otro punto que destacan los investigadores es que, en los próximos años, las condiciones macroeconómicas van a desalentar expansiones importantes del gasto público de los países, y que por tanto la discusión central es cómo usar los recursos públicos con que ya cuenta el sector. En promedio para la región, el gasto público en agricultura es equivalente a 8% del PIB sectorial, o US$19.000 millones anuales.

Sin embargo, el informe detalla que este promedio esconde fuertes diferencias entre países. Por ejemplo, en Guatemala representa solo 1,2% del PIB sectorial, mientras que Perú, Barbados y Trinidad y Tobago son los países con mayor nivel de gasto con 26,4%, 44,7% y 58% del PIB agrícola, respectivamente (ver gráfico).

Por otro lado, Dongyu destacó otros desafíos a los que se enfrentan los jóvenes en África y Oriente Medio, como el aumento del hambre y la malnutrición, la adopción de dietas cada vez menos saludables, la falta de empleos estables y oportunidades de ingresos, el cambio climático, la escasez de agua y los conflictos internos de algunas naciones. Aunque, aseguró que “estos retos no deben desanimarnos. Existen más soluciones que desafíos”.

Frente a los escenarios anteriormente descritos, la organización plantea la posibilidad de mejorar el acceso a los conocimientos y las herramientas para lograr una agricultura más productiva, además de aumentar los recursos para la educación y la sanidad gracias al incremento en la productividad motivado por los avances de las nuevas generaciones.

LOS CONTRASTES

  • Qu DongyuDirector general de la FAO

    La juventud se enfrenta a enormes y difíciles desafíos, y en el sector rural muchos no están muy bien capacitados para las actividades agrarias

  • Guy RyderDirector de la OIT

    Este ejercicio estará vinculado con importantes procesos internacionales en curso, en particular la agenda de desarrollo sobre el cambio climático

Sin embargo, para que esa transformación rural impulse el crecimiento económico y saque a las comunidades de la pobreza, se requiere un proceso inclusivo donde la equidad de género es vital.

Para la FAO, las jóvenes rurales suelen enfrentarse a obstáculos adicionales que otras personas que viven en la pobreza no tienen: menos educación, menos oportunidades de empleo y expectativas culturales más limitadas. Por ello, consideran necesario que las políticas aborden estas disparidades (ver recuadro).

El otro problema tiene que ver con que también hay un reto en la educación agropecuaria de los jóvenes, es decir en las técnicas y conocimientos que se relacionan con la actividad en el campo. La buena noticia, para el caso de zonas como Colombia, es que al menos hay un amplio número de carreras relacionadas con el sector, no solo en veterinaria, sino hasta en ingenierías de procesos agrícolas.

Vías de garantía para liderazgo femenino

Para garantizar que las jóvenes rurales puedan ayudar a liderar y participar plenamente en la transformación rural, la FAO ha destacado medidas que pueden ayudar a agilizar el proceso: liberar tiempo para las mujeres, promover el aprendizaje y el desarrollo de habilidades a lo largo de toda la vida.

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