Agricultura

Bienestar es lo que más piden jóvenes rurales

Analista LR
Teresita Celis
22 de noviembre de 2016

“Si los papás no inculcan a los hijos desde pequeños el amor por  el café, difícilmente se van a quedar en la finca. Van a buscar la ciudad”. Estas palabras, que retratan una realidad inocultable del campo colombiano, salen de Francy Helena Quintero,  una caficultora risaraldense quien conoce de cerca lo que es la migración de jóvenes a la ciudad buscando un mejor futuro.

Su hijo mayor, que crió en la finca entre cafetales, vive en Medellín y se emplea haciendo domicilios en un restaurante. Aunque el trabajo es duro y no le pagan mucho, entre sus planes no está regresar a la finca. 

La esperanza de Francy Helena está en sus hijas pequeñas de siete y cinco años de edad a quienes, dice, les inculca todos los días el amor por el campo. Sabe, además, que debe incentivarlas para que vean allí su futuro.

Esa es, precisamente, una  problemática estructural de la  caficultura y del agro. Los jóvenes no ven futuro en el campo y están migrando a las ciudades, aún en condiciones precarias, dejando en el aire el relevo generacional que no se ve en  la producción agrícola. Datos del Dane indican que la edad promedio de los agricultores del país oscila entre los 40 y 54 años.

La ONG Solidaridad, a través de la Plataforma Comercio Sostenible, realizó un estudio, en alianza con otras entidades, entre 237 jóvenes campesinos de cinco regiones del país con el cual confirmó que la gran mayoría no quiere vivir en las fincas y estableció las razones que llevan a esta decisión. “Lo que hicimos fue escucharlos”, señaló Claudia Milena Cardona, coordinadora de proyectos especiales de la ONG, quien prefiere hablar de complementariedad generacional porque se trata de integrar a los jóvenes en las labores de  sus padres. De este ejercicio, que hizo la entidad a modo de taller, salieron seis problemáticas identificadas por los mismos jóvenes que influyen en su decisión de quedarse o no en el campo. Éstas pasan por un trabajo difícil y poco atractivo; condiciones laborales no dignas; bajo salario y poca rentabilidad del negocio; una oferta educativa poco pertinente; escasas opciones de bienestar; e inequidad en la distribución de la tierra.

“Resaltan que el trabajo del campo es desagradecido en términos de protección en seguridad social. El tema educativo tiene un peso alto en sus proyectos de vida y más que por el aprendizaje se ve que quieren estudiar para ganar mejor”, dijo.

Lo que Cardona confirma es que sus  proyectos de futuro están alejados del campo, no por la ruralidad en sí, sino por las condiciones en la que la viven.

“Si se mejoran se quedarían. Parte de lo que reclaman es una oferta educativa más allá de lo agropecuario.  Y otra condición es el acceso a tecnologías. Ellos mismos afirman que les gusta participar en redes sociales”, agregó.

Se plantea flexibilizar la legislación laboral

Un estudio que hizo Solidaridad en el tema de mano de obra plantea una flexibilización laboral para permitir que jóvenes se involucren en el trabajo del campo en condiciones especiales. “Una cosa es el trabajo por obligación y otra como aprendizaje. Un joven de 15 años puede colaborar con labores del campo que no impliquen esfuerzos físicos”, dijo Cardona.

Las opiniones 

Francy Helena Quintero
Cafetera de Risaralda

“Los campesinos hemos estado abandonados y hay que mejorar nuestras condiciones de vida para que  los hijos quieran quedarse en las fincas”.

Claudia Milena Cardona
Coordinador Proyectos Especiales Solidaridad

“Los proyectos de futuro de los jóvenes están alejados del campo no por la ruralidad en sí, sino por las condiciones en la que la viven”.

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